13 de febrero de 2024
La tecnología, clave para conseguir una gestión ética global
- La innovación ha democratizado el acceso a la información, impulsando la transparencia en las organizaciones y gobiernos.
- Algoritmos revisados y transparentes pueden ayudar a evitar sesgos y discriminación, asegurando un trato justo para todos y todas.
- Las organizaciones internacionales utilizan la colaboración en línea para abordar cuestiones éticas transfronterizas, como la regulación de la inteligencia artificial.
- La movilización ciudadana a través de las redes sociales puede generar presión social para exigir responsabilidad y cambios.
La tecnología ha dejado una marca imborrable en todos los aspectos de nuestras vidas, incluida, como no puede ser para menos, la forma en que gestionamos los asuntos éticos a nivel global. A medida que las fronteras se desdibujan y la interconexión se profundiza, esta se erige como una herramienta esencial para facilitar una gestión ética en distintos sectores y aspectos de la sociedad.
La tecnología ha democratizado el acceso a la información, impulsando la transparencia en las organizaciones y gobiernos. Entre otros usos, las plataformas digitales permiten una divulgación rápida y accesible de datos relacionados con prácticas empresariales, responsabilidad social corporativa y actividades gubernamentales. Todo ello ha dado pie a una mayor madurez, ya que las organizaciones son conscientes de que sus acciones están sujetas al escrutinio público. Ejemplo de ello son las plataformas de datos abiertos que revelan información sobre emisiones de carbono, prácticas laborales y otras métricas clave.
Por otro lado, la inteligencia artificial (IA) no solo ha mejorado la eficiencia en diversos sectores, sino que también ha presentado algunos desafíos éticos. Sin embargo, su aplicación puede ser una herramienta poderosa para la toma de decisiones acertadas. Algoritmos éticos y transparentes pueden ayudar a evitar sesgos y discriminación, asegurando un trato justo para todos. Algo así se puede lograr, por ejemplo, a través de la implementación de algoritmos éticos en procesos de contratación, los cuales ayudarán a minimizar sesgos inconscientes.
Un aspecto a tener en cuenta es que las tecnologías de comunicación han permitido una colaboración global más efectiva en la gestión de asuntos éticos. Plataformas de videoconferencia y redes sociales facilitan la interacción entre individuos y organizaciones de diferentes partes del mundo, fomentando así el intercambio de ideas y la cooperación en la resolución de problemas éticos a escala global. Esto se ve en las organizaciones internacionales que utilizan la colaboración en línea para abordar cuestiones éticas transfronterizas, como la regulación de la inteligencia artificial.
En lo que respecta a las cuestiones medioambientales también ha habido una incidencia notable. Sensores y dispositivos IoT (Internet de las cosas) recopilan datos en tiempo real sobre la calidad del aire, el agua y otros aspectos que hoy merecen un extenso monitoreo. Esto no solo facilita la identificación de prácticas no éticas, como la contaminación, sino que también impulsa la adopción de prácticas sostenibles.
Pero la tecnología no solo impacta las prácticas éticas en el ámbito empresarial y gubernamental, sino también en la sociedad en general. Por ejemplo, la educación ética digital se ha vuelto esencial para navegar propiamente por los mares de internet. Existen plataformas educativas y programas de concientización que abordan temas como el acoso cibernético, la privacidad en línea y la verificación de información, promoviendo conductas éticas en el uso de la tecnología. Programas escolares que incluyen módulos sobre ética digital para estudiantes, enseñando la responsabilidad en el uso de dispositivos y plataformas en línea.
La gestión ética global también se beneficia del análisis de Big Data para prevenir fraudes y actividades ilícitas. Las herramientas analíticas pueden identificar patrones sospechosos, detectar transacciones fraudulentas y ayudar a las autoridades a tomar medidas preventivas. Además de proteger a las organizaciones, ello también contribuye a la integridad y la confianza en los sistemas financieros.
No hay que olvidarse de las redes sociales y las plataformas en línea, las cuales han empoderado a los ciudadanos para expresar sus preocupaciones y denunciar prácticas no éticas. La movilización ciudadana a través de la tecnología puede generar presión social para exigir responsabilidad y cambios demandados. Las campañas virales en redes sociales han llevado a la rendición de cuentas en casos de corrupción y malas prácticas, por lo que ha quedado demostrada en incontables ocasiones la capacidad de movilizar.
Pero es en el ámbito de la salud donde encontramos una de las aportaciones más significativas y que más han afectado directamente a la gente. La tecnología ha revolucionado la prestación de servicios en el sector a nivel global, especialmente con la expansión de la telemedicina. La ética en la salud se ve beneficiada por la accesibilidad a la atención médica, la recopilación segura de datos de pacientes y el monitoreo remoto de condiciones médicas. Sin embargo, también plantea desafíos éticos en términos de privacidad y seguridad de la información. Por ellos son importantes las plataformas de telemedicina que garantizan la confidencialidad de la información del paciente y cumplen con estándares éticos en la prestación de servicios a distancia.
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